Del dolor compartido al amor verdadero: dos viudos se enamoran tras perder a sus esposos por cáncer en EEUU

En medio de circunstancias difíciles, surgió la esperanza. Nancy Jalowiecki y Mike Sullivan se encontraron en un campamento de duelo en Pensilvania, un espacio al que acudieron tras la muerte de sus cónyuges, quienes fallecieron a causa del cáncer en 2019.

Nancy y Mike, ambos afectados por la pérdida de sus cónyuges, encontraron en su comprensión mutua y en la experiencia compartida un vínculo que, con el tiempo, evolucionó hacia el amor. Esta es la emotiva narración de dos personas cuyas trayectorias se entrelazaron, recordando y honrando a sus parejas en cada momento que comparten.

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Nancy Jalowiecki y Mike Sullivan: un encuentro marcado por el duelo y la empatía

La conexión entre ambas familias fue casi inmediata. Según narró Jalowiecki, fue su hija Navah quien entabló el primer lazo con Molly, la hija mayor de Sullivan. “Navah vino corriendo y me dijo: ‘Mami, conocimos a una amiga. Se llama Molly, y dice que perdió a su mamá y que la extraña. Y nosotras le dijimos que perdimos a nuestro papi y que lo extrañamos’”, recordó.

Para Sullivan, ese instante resultó profundamente revelador. “Ver a esos niños jugar como cualquier otro, mientras compartían una conversación tan profunda, fue realmente conmovedor”, afirmó. Aquel fin de semana, que en principio estaba diseñado para ayudar a los hijos a procesar su duelo, terminó por abrir una puerta de sanación también para los adultos.

Jalowiecki encontró en Sullivan a un padre comprometido pero desbordado por la carga cotidiana de la crianza. “Cuando empezó a contar que le costaba peinarles el cabello, bañarlas, hacer cosas que no sabía cómo hacer, le dije: ‘Yo sé hacer todo eso’”, compartió. A partir de allí, surgió en ella un sentimiento de propósito y gratitud, al darse cuenta de que todavía podía brindar apoyo y amor.

Del acompañamiento al amor: una nueva familia se formó en EE.UU.

Con el paso de las semanas, la amistad entre las niñas se fortalecía, y junto con ella crecía también el afecto entre los adultos. Sullivan, aún procesando el duelo por la pérdida de su esposa, consultó a su padre si era demasiado pronto para tener sentimientos hacia alguien nuevo. La respuesta fue clara: “¿Muy pronto? ¿Quién lo dice?”.

Un año después de ese primer encuentro, Nancy y Mike contrajeron matrimonio, consolidando así una nueva etapa en sus vidas. En su hogar, tanto la memoria de Maria como la de Ed está presente. Las fotografías de ambos ocupan lugares visibles en la casa, como una forma de honrar sus vidas y mantener viva su influencia.

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“Hablamos de ellos todos los días. Oramos por ellos todos los días”, afirmó Sullivan. Jalowiecki lo complementó con una reflexión clara: “Sin ellos, nosotros no estaríamos aquí”.

Lejos de intentar sustituir el pasado, esta pareja estadounidense optó por integrarlo. En la habitación de Keeva, la hija menor de Sullivan, se mantiene un altar con objetos que pertenecieron a su madre biológica. Aun así, Keeva llama “mamá” a Nancy, reflejo del amor que ha nacido entre ellas.