Perdió todos sus ahorros con estafa de las "monedas de oro" en Plaza de Armas y ahora no le dejan ver cámaras de seguridad
La hija de la víctima denuncia la falta de respuestas por parte de las autoridades ante este caso de estafa, quienes no han facilitado el acceso a las cámaras de seguridad, crucial para resolver el caso.
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Durante pleno paro de transportistas, en donde se observaba gran cantidad de efectivos policiales en las calles, una mujer de la tercera edad, identificada con las iniciales J.L., ha perdido todos sus ahorros luego de ser víctima de un elaborado engaño ocurrido el pasado 10 de abril en el Centro Histórico de Lima.
La estafa, perpetrada por dos hombres que fingieron ser personas honestas, se desarrolló bajo un falso montaje emocional que incluyó lágrimas y promesas de recompensas. Han pasado dos semanas desde aquel incidente y la hija de la víctima exige respuestas. Así como la visualización de las cámaras de seguridad de los establecimientos cercanos, ya que, según afirma en diálogo con La República, las autoridades aún no han brindado una respuesta clara a su denuncia.

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La estafa se produjo entre llantos y discursos religiosos
Era aproximadamente las 10:30 de la mañana cuando la mujer, de 64 años, llevaba puesto su uniforme de trabajo. Ella es enfermera, creyente y noble, "de buen corazón", como la describiría su hija. Se encontraba en el Centro de Lima, en la jirón Conde de Superunda, cerca de la panadería Panoli, cuando un hombre de entre 45 y 50 años, quien afirmaba ser originario de Cutervo, Cajamarca, la abordó. El sujeto dijo no conocer a nadie en la ciudad, pero necesitaba ayuda porque tenía a un familiar internado en el Hospital Dos de Mayo.
La mujer se conmovió. En un país con tantas desigualdades, su historia le era familiar. Lo escuchó con atención. Él le comentó que tenía unas monedas de oro que había encontrado en su chacra, las cuales debía cambiar para solventar los gastos del hospital. Le pidió su ayuda. En ese momento, un segundo hombre apareció en escena: un completo desconocido que dijo ser ingeniero. Ahora ambos escuchaban la historia. El supuesto profesional, quien también era parte de la estafa, sugirió ir a un "lugar más seguro" para conocer el valor exacto del oro, ya que no quería sacar su celular en plena vía pública.
Según la versión de la hija de la víctima, quien prefirió mantener su identidad en reserva, el sujeto supuestamente originario de Cajamarca, se acercó a su madre en un aparente acto de desesperación. Acto que la conmovió. “El estafador lloraba y decía que había llegado de provincia. Le contó a mi mamá que su familiar estaba grave en un hospital cercano. Lo hizo con tanto dramatismo que mi mamá, confiada, accedió a ayudarlo. Fue ahí cuando comenzaron a involucrar a otra persona, el ‘ingeniero’, quien también mostró supuesta solidaridad”, relató.

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En una cadena de engaños, los estafadores lograron convencer a la mujer de acompañarlos a un restaurante para "averiguar el valor" de dichas monedas de oro. Uno de ellos, el que se hacía pasar por el hombre de Cajamarca, le aseguró que a cambio de su ayuda, él le entregaría 10 monedas de oro, las cuales estaban a su disposición, ya que nadie más había querido colaborar. "Le hicieron creer que las cosas pasan por algo, que ella era una buena persona", declara la hija de la víctima.
La señora accedió, y al salir del restaurante, fue a recoger el dinero que usaría para cambiar por las monedas de oro. La víctima se dirigió a su casa para recoger el efectivo, el cual ascendía a unos 60,000 soles aproximadamente, para entregárselo al hombre. Ambos estafadores le aseguraron que luego se encontrarían en un banco para cambiar las monedas de oro. No obstante, ese era solo el inicio del trágico final.
La solicitud de acceso a las cámaras de seguridad
Con el dinero en las manos, la señora se encontró con ambos sujetos, el supuesto hombre de provincia se presentó con una bolsa negra, asegurando que contenía pañales para su familiar. Los tres decidieron ir a un nuevo restaurante cercano para continuar la conversación. Allí, uno de ellos manipuló el dinero de la señora, al mismo tiempo que el “ingeniero” trataba de distraerla con otro jugo. En ese momento, las bolsas ya habían sido intercambiadas. Cuando la mujer se percató de lo que estaba sucediendo, ya era demasiado tarde: uno de los paquetes solo contenía papel periódico y una piedra envuelta.
Desesperada, regresa al restaurante y solicitó ver las cámaras de seguridad. La administradora del establecimiento, sin embargo, remitió el caso a los serenos y a la policía, quienes la enviaron a la comisaría de Montserrat. A pesar de la gravedad del caso, hasta el cierre de esta edición no se había abierto ninguna investigación. Además, no se había recibido respuesta a la solicitud de acceso a las cámaras de seguridad de la Municipalidad de Lima.
La hija de la señora J.L. agregó: “Estamos buscando justicia. La policía no ha hecho nada más que tomar la denuncia y enviarla a fiscalía, mientras que la municipalidad no nos ha facilitado las cámaras de seguridad, a pesar de que hemos solicitado oficialmente su visualización. Esos videos son clave para resolver el caso”.
El caso ha sido difundido en varios medios, pero la familia aún no ha recibido el apoyo adecuado de las autoridades locales. La señora J.L., que trabaja en el sector salud, ha expresado sentirse profundamente afectada por la situación. Su hija explica que, a pesar de la gravedad del caso, la policía no ha dado un avance concreto: “Cuando fuimos a preguntar por avances, nos dijeron que debíamos ir a otros lugares, pero no nos indican qué pasos seguir. La situación se ha vuelto emocionalmente agotadora para todos nosotros.”
Este método de estafa no es nuevo, pues las autoridades han indicado que esta modalidad de estafa ha sido reportada en otras ocasiones en la misma zona. Sin embargo, la familia continúa aguardando respuestas claras y rápidas. A pesar de estar al tanto de esta táctica criminal, los agentes siguen destacándose por su falta de acción.
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