Rodolfo Hinostroza y la prehistoria del boom de la gastronomía peruana
La pasión del autor por la gastronomía hizo que dejara un registro imprescindible, el cual forjó en una época en la que casi nadie escribía sobre cocina peruana.
La historia literaria peruana es muy generosa en autores talentosos. Lo dicho podría sonar a lugar común y, pese a que podría ser así, hay que subrayarlo todas las veces que sea posible, en especial cuando nos referimos a talentos que no solo se desempeñaron en un solo registro literario. Uno de esos autores fue, sin duda alguna, Rodolfo Hinostroza (1941 – 2016).
Poeta, cuentista, novelista, ensayista, dramaturgo y astrólogo, Rodolfo Hinostroza (1941 – 2016) dejó, como mínimo, un título referente en cada uno de los géneros literarios que exploró, en los que braceó a placer incentivado por el espíritu que lo acompañó en vida: la insaciable curiosidad.
Como poeta, Rodolfo Hinostroza está posicionado como una de las mejores diez voces de la tradición poética peruana (no es dato menor, teniendo en cuenta su riqueza y variedad temática, y su riesgo formal, aspectos que la han convertido en una de las tradiciones más sólidas del siglo XX), prueba de ello son dos poemarios de reconocida factura: Consejero del lobo (1964) y Contra natura (1971). En narrativa, tenemos la novela Aprendizaje de la limpieza (1978) y Fata Morgana (1994); en las complicadas parcelas breves la rompió con Cuentos de Extremo Occidente (2002); y en la no ficción (periodismo y ensayo) entregó Primicias de la cocina peruana (2000) y las polémicas crónicas sobre poetas peruanos Pararrayos de Dios (2012).
En cierta ocasión, el poeta José Pancorvo Beingolea, amigo cercano de Rodolfo Hinostroza, me dijo que nuestro poeta era una persona conectada consigo misma. José se refería a la seguridad del escritor, a esa especie de actitud ante la vida que lo llevaba a explorar tópicos disímiles entre sí sin titubear y sin importarle el éxito o fracaso de la empresa. La idea era hacerlo, lo demás venía después. Lo último que Rodolfo Hinostroza estaba escribiendo, según el recordado poeta José Pancorvo, era un libro sobre la historia de los ángeles.
Como periodista, Rodolfo Hinostroza, al menos para quien escribe, hizo historia gracias a su personalidad. La gastronomía, o mejor dicho la cocina peruana, siempre fue uno de sus intereses recurrentes y sobre la cocina peruana tuvo una intensa actividad desde los años 80, década en donde es posible rastrear sus artículos y crónicas sobre el tema. En este sentido, saludemos la reciente aparición de Trabajos gastronómicos. Crónicas, ensayos, entrevistas y muchísimo más, por cuenta de la editorial independiente Vulgata, que reúne “una parte significativa de estos trabajos gastronómicos que aparecieron en publicaciones periódicas”.
El llamado boom de la gastronomía peruana comenzó a registrarse para el gran público desde mediados de los años 2000 y la recepción no fue menos que auspiciosa. A la fecha, no hace falta ser un conocedor para tener nociones sustentadas sobre la potencialidad de nuestra gastronomía gracias a programas de televisión dedicados a ella, a publicaciones que repasan su historia y actualidad, y las películas y documentales no se quedan atrás. En este escenario, Trabajos gastronómicos presenta la prehistoria de aquel boom, pero suscribirlo así sería injusto por la sencilla razón de que esta publicación tiene lo que no pocos libros especializados en el tema, como señalamos líneas atrás: actitud, una personalidad.
Muchos de los textos, en cuanto a contenido, no difieren de lo que ya estamos acostumbrados a leer/ver, su novedad no va por lo que el autor cuenta, sino por la manera en que narra, forma que nos permite constatar, una vez más, que Rodolfo Hinostroza no era un farsante, sino un artista comprometido con su tema y no hay mejor compromiso que llevarlo a cabo siendo uno mismo. Textos como “El sabor de la ilusión”, “Fogones criollos”, “El chifa de la esquina” y las recetas, entre otros, más las entrevistas a Take, Yuichi Sato, Rosa Yimura, Emilio Peschiera, Isabel Álvarez, Teresa Ocampo, Marisa Guiulfo, Johnny Schuler, Gastón Acurio y Astrid Gutche, comparten un lazo común: la emoción y el asombro. Además, Trabajos gastronómicos, en la composición de su edición, exhibe algunas señas bibliográficas que esperemos capten el interés de algún editor, como la mención a Adán Felipe Mejía (1896 – 1948), “El corregidor”, autor de Ayer y hoy (1959), joya de la culinaria peruana.